miércoles, 1 de julio de 2015

Receta secreta para alcanzar la santidad.


Desde el momento en el que somos bautizados somos llamados a ser misioneros de Cristo y a vivir una lucha constante para alcanzar la santidad, en pocas palabras, estamos llamados a ser otros Cristo, a imitar sus enseñanzas.

Los santos son un claro ejemplo de ese imitar a Cristo, su vida ejemplar los convierten en grandes modelos para el resto de cristianos. La vida de los santos se caracteriza por la docilidad ante la voluntad de Dios y por una fe llena de oración y acción.

Ahora bien, ¿alguna vez te has puesto a pensar cuál es la receta secreta para la santidad? En muchas ocasiones hemos oído hablar sobre las admirables y ejemplares vidas de los santos, sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre sus armas secretas, esas de dónde sacan el impulso para ir por el mundo y evangelizar a todas las naciones, esas fuentes de sabiduría y templanza que tanto los han caracterizado.

Sin duda, las armas secretas de los santos son muchas, pero en esta ocasión quiero hablar del secreto más dulce de todos, ese que además de enseñar a amar, enamora. Estoy hablando de una mujer, la más bella de todas, la llena de Gracia, la bienaventurada, la Virgen de las vírgenes, la que guardaba todo en su corazón, la que con su ejemplo ha guiado a los santos a lo largo del tiempo por un buen caminar.

El secreto a voces de los santos es la Santísima Virgen María, quien en su fidelidad ha sido la que mejor supo asimilar la vida y doctrina de Jesucristo. Jesús mismo en su agonía en la cruz, no se reservó nada para Él y nos dio a su buena Madre.

Para imitar las enseñanzas de Jesús debemos primero conocerlo, y quién mejor que María, nadie conoce tanto a un hijo que su misma Madre. Es ella la que hace que nuestra relación con Dios sea más cercana, “[…] la Virgen que nos separa de la masa y nos conduce dulcemente hacia las cumbres, en las que el aire es más puro, el cielo más claro, Dios más cercano… Allí en donde se vive la vida de intimidad con Dios”(Roberto de Langeac).

Es María quien nos enseña a ser humildes, a dar fe que para Dios no hay nada imposible, es ella quien nos enseña a buscar y cumplir la voluntad de Dios a través de la docilidad y obediencia, “hagan lo que Él les diga”( Juan 2, 1-12).

La humildad no es sinónimo de debilidad, aunque una espada atravesó su corazón [como le dijo Simeón en una premonición] la firmeza de María a los pies de la cruz nos enseña que la fe nos fortalece en los momentos de angustia. “Si queremos ser Cristianos debemos ser Marianos, es decir; debemos reconocer la relación esencial, vital, providencial que une la Señora a Jesús y que nos abre el camino que nos conduce a Él” (Pablo VI).

El primer santo en acoger a la Virgen María en su vida fue el mismo San Juan, el discípulo amado de Jesús, el que tuvo el privilegio de descansar en el pecho del Maestro y escuchar los latidos de Su Corazón, el que gozó de su presencia, el que no abandonó la cruz y el que no espera grandes señales para creer. “Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Juan 19,26-27).

Un verdadero discípulo de Cristo honra a su Padre y a su Madre (Lucas 18, 20), confía plenamente en la voluntad de Dios y lleva a María a su casa. Bendita seas Madre Santa, porque podemos tener la misma alegría de Juan de poder llevarte y tenerte en nuestra casa.


5 lecciones de los santos sobre la Virgen María:

1- Su figura de Madre en los momentos de angustia:

San Bernardo decía que cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación, y la tristeza te quite las fuerzas y los deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, “acuérdate de María y llámala en tu ayuda; llámala insistentemente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre, y ella que es causa de nuestra alegría, correrá a ayudarte. 

Te desafío a que hagas la prueba. No te fallará ni una sola vez”. En los momentos de angustia “si te turba la memoria de la enormidad de tus faltas, de la fealdad de tu conciencia y comienzas a sumergirte en la tristeza, en la desesperación, piensa en María, invoca a María […] Pecador quien quiera que seas, vete a María y te salvara, porque es imposible que se condene el devoto de María que le sirve e implora su socorro”

2- María nos encamina a Jesús:

San Marcelino Champagnat decía que si los padres de familia tienen “la dicha de grabar en el corazón de los niños la devoción a la Virgen María, habréis asegurado su salvación", María no deja que sus hijos se pierdan. San Luis de Monfort nos dice que María es el camino que nos lleva a El Camino de la Verdad y la Vida que es Jesús: “María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús.”

3- María es auxilio de los cristianos:

San Juan Bosco siempre decía: “Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado”, el siempre enseñaba a los niños del oratorio a amar a María Auxiliadora de los cristianos, los invitaba a confiar en su amor de madre porque “ella lo ha hecho todo”.

4- La castidad como fruto:

“Llena de gracia, Bendita entre todas las mujeres”. No le habría hablado así el ángel si María no hubiera sido perfectamente pura y santa”. (San Agustín). 

Otro santo que en sus pensamientos expresaba a María como aliada para la castidad era Santo Domingo Savio, un joven acogido en el oratorio de Don Bosco y entregado totalmente a Dios; en una ocasión le dijo a San Juan Bosco: “Tus discípulos llegarán a la santidad si se esfuerzan mucho por conservar la virtud de la castidad y si cultivan una gran devoción a la Madre de Dios.”

5- Es una Madre que ama y acompaña:

En los momentos cuando parece todo perdido, cuando la llama está a punto de apagarse, acude a María, con ella todo es más fácil, ella no abandona a sus hijos: “Antes, solo, no podías… Ahora, has acudido a la Señora, y con Ella, ¡qué fácil!” (San Josemaría Escrivá de Balaguer).


Retomando las palabras de San Juan Pablo II te decimos este día a ti Santísima Virgen María: Totus Tus (todo tuyo). Recuerda que María nunca dejará de oír a sus hijos, ella intercederá por nosotros ante Jesús. Ahora ya lo sabes, quien busca alcanzar la santidad, busca también a María.







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